domingo, noviembre 22, 2009

SE HACE LO QUE SE PUEDE



Antes de que naciera nuestro hijo, como buenos padres le preparamos un montón de cosas. Arreglamos nuestro departamento, pintamos su pieza, y yo forré todos los cajones del closet con papel mural de bebé. Mi vieja le hizo cortinas y cubrecamas a la cama de invitados, compramos su cuna y la armé para dejarle todos sus juguetes, regalitos y tutos encima. Todos los días entraba y arreglaba algo nuevo... aquí van los pañales, acá las toallas.

Como yo quería ser una mamá amiga del medio ambiente le compramos pañales de tela, www.bborgánico.cl. Adquirimos el pack básico, y la idea era una vez que fuera creciendo comprarle los cobertores para su talla. Todo fantástico, ecológico, barato e higiénico.

La idea era tener al bebé con nosotros hasta los seis meses y de ahí pasarlo a su pieza. Nosotros volveríamos poco a poco a la normalidad y este cambio ayudaría a Poroto a dormir toda la noche.

Nació Samuel, 3 semanas antes de lo previsto. Nació por cesarea, por más que me preparé para tener un parto natural, con la menor intervención médica posible. No hubo caso de apurar las contracciones, de que no aumentara tanto de peso en la recta final, de que yo pudiera descansar lo suficiente para pujarlo en su camino al mundo.

El bebé llegó sólo 4 días después que su padre se estableciera definitivamente en casa, dejando su trabajo en el sur para empezar a administrar el hostal. No hubo tiempo de bienvenidas ni regaloneos, de aprendizaje en el negocio, de pulir la convivencia. No quedó más que aprender sobre la marcha!!!.

A la semana de nacido me quitaron los puntos y comenzamos a viajar todos los dias entre Valparaíso y Viña, donde estaba nuestro departamento. Con tanto viaje y la poca tranquilidad que nos daba estar en el hostal, los pañales de tela fueron quedándo relegados. Ya era suficiente tema salir de casa con el bolso con pañales, mudador, 3 mudas de ropa, toallitas, chales, moises o silla nido... como para más encima volver con una bolsa putrefacta que había que llegar a lavar inmediatamente. Además, el viaje de vuelta siempre era tarde y a todos los artefactos de bebé teníamos que sumar dos o tres cargas de sábanas y toallas sucias del hostal. De noche era tanto el cansancio que ni pensar en los famosos pañales... desechables que duran más, se pasan menos, y se ponen casi con los ojos cerrados.

Los primeros tres meses, el postnatal, me los pasé corriendo de un lado a otro, con Sami a cuestas, sin tiempo para nosotros y menos para horarios. Yo que no compré mamaderas me ví obligada a usarlas mucho más de lo que hubiese querido... con tanto ida y vuelta mi producción de leche no empezó bien; me dieron medicamentos pero pasaron 2 meses antes que los tomara, totalmente resistida a esta maternidad tan ficticia, tan poco natural, tan intervenida. Finalmente cedí.. era más importante alimentarlo con mi leche que deprimirme por mi poco preparado cuerpo. Como explicarles lo para una madre significa no poder satisfacere las necesidades alimenticias de tu hijo; te frustras, te sientes mala, dañada y las opiniones de los demás tampoco ayudan. Yo me avergonzaba de tener tan malas tetas y cada vez que tenía que dar de mamar a mi hijo tenía ganas de llorar.

A comienzos del tercer mes porfín logré darle leche materna en forma exclusiva, comenzó a ordenarse los horarios de siestas y sueño nocturno, Iván arregló sus turnos en el hostal para estar más temprano en casa, y las cosas comenzaron a marchar. Entonces llegó la gripe humana, que mezclada con la crisis económica, hicieron zumbar el negocio turístico. El hosta se fue en picada y tuvimos que tomar la penosa decisión de dejar nuestro hogar y partir a vivir allá, sacrificar dos puestos de trabajo, y arrendar nuestro departamento viñamarino. El sacrificio tenía un lado positivo: podríamos criar a Samuel juntos, dividiendo las pegas y responsabilidades, y yo no estaría todo el día sola con él.

Venirnos a valparaiso cumplía un sueño de años de vivir en este hermoso lugar. Estábamos cansados del ruido fuera de nuestra casa, siempre con el carrete pegado a la oreja, y el silencio de Cerro Alegre fue un buen cambio. El ahorro se notó de inmediato, tan sólo con la bencina del auto ya teníamos bastantes lukas sin gastar.... eso sin contar el doble internet, teléfono y cable, cambiar la estufe eléctrica por el delicioso calentador a leña. Por fín pude preocuparme de mi nutrición y no pasarme el día comiendo porquerías, lo que me ayudó aún más con mi producción lechera. Samuel estaba en una etapa deliciosa, despertando del largo letargo que viven dentro del úterno y que les dura de Recién Nacidos, y convivir con tanta gente diferente ayudó a crearle un espíritu alegre e independiente. Hasta el momento, el cambio venía para bien.

Hoy, a 5 meses, estamos pensando nuevamente en mudarnos, pero a un lugar cerca de nuestro negocio. No queremos cambiar de cerro, ni esta vida tan de barrio. Pero Samuel tiene 9 meses, está comenzando a caminar y gatear y ya no podemos tenerle entre medio de los pasajeros. La temporada alta llegó con fuerza y eso significa mucho ruido de día y de noche, sobre nuestras cabezas, sobre el liviano sueño de nuestro bebé. Es tiempo que tenga su espacio, que aprenda a dormir solo, que llore si lo necesita. Nosotros necesitamos poder criarlo tranquilos, sin sentirnos culposos cuando está enfermo y no para de llorar en la noche, rogando que los pasajeros no se molesten y decidan partir a un hostal sin bebés. Sigue siendo muy positivo el ambiente, lleno de nuevos estímulos, idiomas, y gente con quien jugar; sobre todo sigue creciendo junto a papá y mamá, lo que significa que Samuel e Iván tengan una relación exquisita que muy pocas veces la he visto antes entre un padre y su hijo pequeño. Pero nosotros estamos agotados, la experiencia es parecida a la de vivir en un reality, y los ánimos se van calentando, la paciencia se agota y los problemas se ven mucho más grandes de lo que realmente son.

Si alguien me preguntara que significa ser padres, yo le respondo que es aprender a vivir con lo que hay. No puedes proyectarte a largo plazo, tampoco a corto. Se necesita paciencia y pasar el día a día, disfrutando los cambios de tu hijo y aprovechándolo al máximo, porque crecen demasiado rápido. Ser padres es oler las necesidades de tu pequeño antes que se conviertan en problemas, cuidarlo y cuidar su espacio, su identidad, su libertad. Protegerlo ante todo. Aprendes siempre a sonreirle aunque estes cansado, o triste, o enojado. Si tu hijo está cerca te moderas en tus palabras, en los tonos que ocupas, porque son una esponja que todo les afecta.

En 9 meses he aprendido a vivir sin tener el control de mi vida, que desesperarme no sirve de nada y que ya no es posible darse un día de huelga, o una semana, o un mes. No puedes tirar tu trabajo por la ventana, o tu relación, porque luego tienes que darle explicaciónes de tus actos a ese niño que hoy te mira con admiración y amor. Se lo debes todo y ellos no te deben nada.

Aprender todo esto, y comprenderlo con tu pareja, es uno de los descubrimientos más lindos de la vida. Tan lindos que no puedo esperar a embarazarme otra vez, corregir los errores y cometer otros mil más. Casi todo lo que eres o lo que haces se puede cambiar... menos la maternidad. Una vez que te conviertes en madre, nunca dejas de serlo.



Una larga actualización por la falta crónica de tiempo. Gracias a los que me leen y espero que para aquellos que recién se embarcan en ésta aventura de algo les sirvan estas experiencias!!!.

1 comentario:

kany dijo...

yo siempre te leo.