martes, febrero 28, 2006

DÍA UNO


Ok, ya es hora de inaugurar este espacio y nadie me pide que sea perfecto, ni que mi tema sea delirante o exquisitamente perverso. Pero yo soy así, incluso cuando escribía mi diario a los doce. Lo releía una y otra vez, buscando repeticiones de palabras, pobreza de vocabulario o fallas en la redacción. Claro, si no hubiese sido por el millón de faltas de ortografía, la cosa sonaba para libro.
Bueno, ahora al parecer pretendí por un rato hacer lo mismo. Pero ya esta bueno de presiones, suficientes con las que tengo todos los días en ese mundo horrible, ese que mi madre siempre me advirtió. “Cuando trabajes sabrás de que estoy hablando”, me decía cual pitonisa. Pero yo, bien weona debo reconocer, sólo podía soñar con que ese día fuera mañana. JAjajajajajaja, que tonta fui al creer que mi trabajo me daría la libertad.
Ah madre, si, tenías razón. No porque odie pertenecer al mundo de “los grandes”, pero porque tú nunca me dejaras disfrutarlo. ¿Será demasiado pronto para mostrar mis inseguridades y problemas familiares?. Me da la tentanción de revisar otros bloggers, pero al diablo. Este es MI espacio, al que no le guste la temática que se joda.
No quiero sonar arribista. Mis ganas de salir al mundo no tienen que ver con el éxito económico ni con la fama. Para nada; soy de lo más low profile que conozco. Pero deseaba desesperadamente la emancipación económica; decirle a mi familia “ahí tienen, y como les quedo el ojo?”. Si se puede vivir con aros y tatuajes y cortes de pelo de artista de circo pobre. Si se puede tener un novio vago –lease músico, escritor, cineasta o poeta- un departamento y dos gatos. Si se puede tener plantas de marihuana en la casa. ¡¡¡¡Si se puede!!!!.
Pero no. Tengo 28 años recién cumplidos y sigo temiendo las críticas de mi núcleo. Si, mamá, te sigo temiendo. ¿No te parece genial?. Sigo matándome del hambre cuando sé que viene de visita, sólo para escucharla decir “Estas más flaca, que lindo te queda ese pantalón”. Ok, gané por un segundo. Sólo uno, porque en seguida viene “pero parece que no estas comiendo nada, que onda, no te vayas a poner de esas anoréxicas”. Maldición. Triunfos cortos, eso es lo único que puedo pretender con ésta ascendencia.
Esta bien, no puedo ser tan injusta, si mi vida no es ni remotamente así de neurótica. ¡GRACIAS A DIOS POR LOS AMIGOS!!!. Hay un dicho que dice “mientras más conozco a los hombres más quiero a mi perro”. Yo, mientras más conozco a mi familia, más quiero a mis amigos. Y tengo mucho que agradecer en ese campo. A través de los años he ido cosechando grandes personas, mi verdadera familia, y sé que cuento con ellos para apoyarme en las buenas y las malas. Lo mismo va para ellos, si es que en algún momento de descuido se me olvidó decirlo.
Los atesoro a cada uno de ustedes. Podría ponerme realmente cursi y nombrarlos uno a uno, pero respeto la privacidad ajena de manera casi absurda, sobre todo si recordamos que mi profesión se basa en mandar al carajo la privacidad. Para un periodista todo es público. Así que mmm, ¿qué hago?. ¿Sigo mi instinto de amiga o el de una verdadera profesional?. Lo dejaremos para un nuevo texto.
Por ahora si nombro a tres nuevos-viejos integrantes de mi familia, especialmente a una que me demostró que la coincidencia sanguínea también puede terminar en grandes amistades. Mi hermano Sebastián, su hijo Quimey (que le amo aún sin casi conocerle) y mi hermana Mariana, mi alma gemela tantos años perdida.
Ok, no puedo dejar atrás a mis primos adorados, que por tantos años cumplieron el rol de los que me faltaban: Gonzalo, Thomás, Diego y Claudia. Y tú Daniel, que encontraste la mejor manera de permanecer joven para siempre y, por supuesto, aprovechaste de darme una lección que todavía no me aprendo por completo. En fin, supongo que quien no me conoce ahora piensa que soy una loca de patio, pero aquellos que algo conocen mi historia se esbozaron un par de sonrisas… y si no lo hicieron, igual los quiero a todos, mis idiotas!.