jueves, septiembre 27, 2007

aprender a decir adiós


Estoy en mis últimos días de vivir en Stgo y, aunque no me voy del todo, siento que otra etapa se quema para siempre. No es fácil dejar el hogar, el conjunto de cosas, gentes y amores que te han rodeado por un tiempo.. 3 años en éste caso.
Me cuesta pensar que ya no despertaré mirando el cerro San Cristobal, ni la tumba de mi Anais, que por un año a cuidado mi vigilia. Ya no la pienso tanto, o no con tanto dolor. Muchas cosas sanaron desde que ella partió y otras nuevas llegaron a invadir mi vida.
Con este cambio aprendo a no siempre hacer lo que quiero, sino lo que debo. No se puede tener todo en la vida y a veces es necesario sacrificar, perder algo para ganar otra cosa y, en éstos momentos la paz mental sólo llegará con la tranquilidad económica. Lo odio, nunca necesite éste tipo de cosas, pero la vida mundana, el mundo real como lo llama mi vieja, me consumió sin darme mucho cuenta.
Deudas, cifras rojas, insomnios angustiantes, son lo mismo que parálisis mental. No puedo crear cuando estoy así... me vienen las ansias de evadir, me pongo peligrosa.

Hoy me dí cuenta que ya no me cuesta tanto decir adiós si eso me protege del sufrimiento y el dolor. Y eso, poco a poco, me demuestra cuanto he recorrido y aprendido y aprehendido... amo la sutil diferencia entre esas palabras.

Sin muchos proyectos a largo plazo, vivo mi día a día a concho, entregando todo lo que puedo dar, el 100% de mi para dormir sin culpas. Ningún abrazo se queda guardado para otro momento. Locomotora que marcha intensa pero cautelosa, revisando cada paso firme que doy en esta tierra, procurando sólo llevarme a mi misma por delante. Si estoy inconexa otra vez pido disculpas, a veces pierdo el hilo de las ideas.

En fin.. como dicen por ahí.. la fiesta no termina hasta que la última vela se apaga.

martes, septiembre 04, 2007

Polvo de estrellas


Hago un descanso en mi trabajo para escribir estas necesarias líneas. Respiro profundo, ordeno las ideas, y me lanzo como una energúmena frente al papel en blanco. No hay caso, cuando escribo pierdo la noción de mi, vomito las palabras sin control, sin consecuencia lógica, relación tiempo espacio ni nada.


Ya van 3 semanas de este nuevo aire que no para de soplar. Primaveras que se acercan, deshumedecen el ambiente y llenan de colores la vida. Dicen que el mayor índice de suicidios ocurren en ésta época, sobre todo en mujeres… algo con el cambio de temperatura y las hormonas, todo florece y lo que no, muere lentamente.

A mi siempre me ha gustado esta fecha. Es un despertar, tanto que empiezo a dormir 4 horas diarias, la luz entra generosa a mi dormitorio, sacándome del letargo nocturno. Despierto contenta, aunque todavía esté frío afuera y el sol no siempre caliente mi día.


Hace mucho que no me sentía tan acompañada como ahora. Donde miro veo amor, rostros amigos que me sonríen con los ojos, esas benditas ventanas al alma. Ya no puedo enojarme con la vida, por más que trate a veces; apenas alguna rabieta pasajera, una que otra sacada de madre, y vuelvo a esta nueva alegría que no se quita. Ensayo caras serias frente al espejo, pero me río hasta por los poros.


21 días. Y las cosas dan para guión de película. O quizás no tanto, pero para mi si. Se suman y suman a mi lista de increíbles más momentos, personas y lugares inolvidables, un montón de historias para rellenar mis horas. El cosmos se presenta completo, abierto, lleno de significados que comprendo como si siempre hubiese podido leer las estrellas. Soy poderosa porque los tengo a todos ustedes conmigo, y los llevo siempre en mi corazón, no importa donde esté mañana o pasado, o el proximo año.


Agradezco a la vida, a los dioses, y ya prontito parto a buscar la estrella que me tienes de regalo.





















El ojo es de Nico.