lunes, marzo 24, 2008

cuando el amor hace ver la luz


Hace un rato que no escribo nada que no sea trabajo y más trabajo. No me quejo, me gusta lo que hago, pero me estaba haciendo falta un tiempito para mi y para actualizar este rinconcito.

No se porqué me cuesta tanto agarrar la pluma –o el teclado- cuando las cosas en mi vida van viento en popa. ¿será que tengo miedo de espantar las buenas vibras o que si al escribirlas se rompe el hechizo, vuelvo a ser un sapo que vive en una cienaga espantosa y maloliente?. Pero no importa, me gusta el peligro y tengo la enorme necesidad de seguir contando mis nuevos buenos dias.

Lo primero es que el amor se quedó pegado en mi alma y ya no se quiere ir. Han sido 4 meses de una intensidad que no creí conocer jamás, aprendiendo una nueva manera de amarlo y de amarme. Me sorprendo cuando me doy cuenta que no tenía idea de lo que el amor era hasta conocer a mi negro, que me llena de alegría y de una paz enorme. Con él me siento grande sin dejar de ser niña, creo que puedo conquistar al mundo y saltar al vacío sin hacerme trizas, estoy protegida y acompañada, nunca sola aunque muchas veces no estamos juntos.

No sé si el circulo se cerró al conocerlo o porque se cerró él entró a mi vida, pero tengo la tincada que fueron dos procesos paralelos que me llevaron a su lado y que hoy me hacen mirar satisfecha a mi alrededor. Aunque me cueste decirlo y a veces siento que es muy pronto para sentirme así, estoy completa. Tengo amor, familia, trabajo y un grupo de amigos que cualquiera se quisiera tener. Veo la vida con todos los colores posibles y aunque siempre habrá desafíos que superar ya nada me saca de mi centro.

Hace un par de semanas atrás recibí una llamada donde me decían que perdería mi trabajo. No era por algo personal ni tampoco porque estuviera haciendo mal la pega… simplemente se acortaba el presupuesto y la otra periodista tenía fuera maternal. Mala cuea y punto. Por esos días el Iván disfrutaba de una licencia que lo tendría 15 días a mi lado, y con la que aprovecharíamos de viajar al sur; yo a ver mi tesis, él a buscar un trabajo más cerca. Realmente agradecí su presencia ese día; me dio todo su apoyo sin preguntas, me ofreció su abrazo para llorar y desarmarme, me apapacho, y me consoló sin palabras. Mi pena era miedo, pensé que las cosas empezaban a desmoronarse como siempre, que al final terminaría despertando del hermoso sueño que es vivir a su lado y volvería al caos de siempre.

La cosa sólo empeoró. El día que llegamos a valdivia mi jefe me llama para tomar un trabajo urgente y tuve que rechazarlo; era la única semana libre para poder hacer mis papeleos universitarios y disfrutar de unas minivacaciones con Iván. Debo decir que me angustié un poco, pero tengo que hacerme cargo de mis decisiones y sentí que esa era la correcta. No me quedó otra que encomendarme al supremo y tener fe que mi trabajo habla por si solo y no necesito correr ni lamer botas para mantenerlo. Insisto, sin el apoyo del negro no sé como hubiese hecho para mantener la calma. Pero la mantuve, hice mis papeles, disfrutamos como locos, vimos a mis amigos y a los suyos y volví con las pilas cargadas a mil.

Retorné a una semana del terror. Mucha pega, mucho santiago, mucho extrañar a mi negro que se quedaba en el sur buscando nuevos horizontes. En medio de nuestro paseo decidió renunciar a Aysen, ir a buscar sus cosas y arriesgarse con una pega mejor pagada, mejores turnos, mas cerca. Aunque estábamos confiados que las cosas saldrían bien, los dos cesantes no era un buen escenario. Aún así, la antigua Valeria no apareció. No perdí la calma ni las ganas, la energía siguió a mil, haciendo lo que mejor se hacer y mandando toda la buena vibra para que todo saliera perfecto y pronto tenerlo a mi lado. Así llegó el viernes y mi teléfono sonó con esa llamada que no quería contestar. Era mi jefe y estaba segura que venía la pata en la raja.

Contesté. Después de un hola que tal, todo bien, si y tu, me dice “te llamo para ofrecerte una pega. Es paralelo a lo que estás haciendo ahora, tienes que estar un poco más formal y viajar más seguido, al menos todas las semanas”. No lo pensé mucho, pregunté si podía hacer las dos cosas y seguir viviendo en viña, me dijo que si, y acepte. La verdad, es que dejé de escuchar cuando me dijo te ofrezco un trabajo paralelo a… y sólo recuperé la cordura para aceptar y cortar. Respiré profundo y llamé al negro, que estaba llegando a la patagonia, para contarle. No podía más de alegría y le gritaba “ahora soy pudiente”!! JAJAjJaAjjAAjJA, puchas que felicidad más feliz el poder compartir con él mis alegrías y éxitos, que los sienta como suyos y grite de vuelta.

Mi negro se vino el martes para estar conmigo en semana santa y esperar que lo llamaran de alguna de las pegas donde dio entrevista. La idea era conseguir una pega de lo que fuera para juntar plata porque esas cosas se demoran y no era seguro que lo llamasen, pero el mismo miércoles que llegó lo llamaron. Tenía que presentarse el lunes, en la empresa que él quería, con los turnos que el quería, con el sueldo que él quería. Estábamos en la casa con una amiga, y gritamos de alegría. Ahora yo escribo mientras espero noticias de la entrevista, que es a las 3 de la tarde. Mantengo mis dedos cruzados y trato de concentrarme en mi pega, sin mucho resultado. De hoy dependen muchas cosas que me emocionan, que espero poder escribir en otro momento, con mas noticias positivas.

Y bueno, así está mi vida. Todo sobre ruedas, tranquila por la vida y disfrutando a concho este regalo que me mandaron, que merezco y que cuido con todas mis fuerzas. Me gusta leer blogs como los de la Fran, o saber que otras amigas han encontrado a su buen hombre. Me alegro no ser al única, me gusta compartirlo y aunque siempre dije que la felicidad no estaba en otros, ahora me doy cuenta que sin la felicidad de otro compartiendo la mía no me daría cuenta de lo feliz que soy.

Te amo Iván.