miércoles, febrero 06, 2008

TIC TAC


Quedan pocos días, entré en la recta final, esa que tanto nos asustan cuando somos chicos. Voy a ser treintona, tres décadas vivida –y que bien vivida señores!!!. Algunos me han dicho que se viene una depre, otros que son los mejores años, y yo sólo siento que es una nueva etapa que todos tenemos que pasar.

Mi vieja me tuvo cuando tenía 31, y yo soy hija única. Siempre cuenta que, al llegar a la clínica para tenerme, la catalogaron de “primeriza añosa”. Eso la mató un poquito. Ahora yo pienso que si ella se parece algo a mí simplemente no podía ser de otro modo, que yo recién pienso en los hijos como algo que podría ser, donde no me sentiría jugando a las casitas con bebés prestados.

Pero me desvío del tema…

Estoy viviendo mi último mes como veinteañera, una edad que me acompañó en los momentos más determinantes. Entre a los 20 lejos de mi familia, celebrando con amigos prestados, haciendo salud con un jugo mientras otros se emborrachaban hasta el desmayo. Mis 21 fueron en Europa –si, si.. cualquiera se quiere un cumpleaños así- pero volví ha estar rodeada de desconocidos, comiendo la pizza más mala de mi vida en Roma. No se crean eso que los italianos son las mejores pizzas, no señor… las mejores son las argentinas.

Cuando iba para los 22 me rompieron el corazón por primera vez, pero no fue hasta mayo que me di cuenta que había sido el mejor de los regalos. 23 en el norte, viajando con mi vieja. Los veinticuatro llegaron al fin con un asadito, amigos y anais y los 25 vinieron con un extreme makeover; corte de pelo y 10 kilos menos. A los veintiséis el descontrol entraba a mi vida, segundo año celebrando con los demonios, y después vino el tercero, a los 27, en santiago y de amanecidas. Veintiocho, borrachera eterna y nuevamente un corazón roto, pero no él mío… si de algo me arrepiento en la vida fue de esa mañana, el filo de mis palabras y la peor manera de olvidar mi primer gran amor.

Los veintinueve los pasé tal cual como quería, celebrando el inicio del viaje hacía una nueva etapa, rodeada de gente que me quiere, feliz a pesar de las miserias, sintiendo fé por primera vez. No me equivoqué, ha sido un año intenso y doloroso, pero el mejor de todos. Algo hizo click y aprendí a ser feliz.

Ahora, a días de despedirme de los veintisiempre, paro un rato para hacer este recuento. Y sonrío, satisfecha. ¿Cómo pasaron 10 años tan rápido?, ¿cómo hice para tener un viaje tan redondo?. Me doy cuenta que la vida es un espiral, que tarde o temprano volvemos al mismo punto, pero en otro nivel, con otra sabiduría, y con mas herramientas para hacer las cosas bien. Nunca pensé que mi llegada al club de los treinta sería tan perfecto, energético, y tan distinto a como lo imaginé de niña. No tengo mi parejita de niños felices ni un marido todo ondero, la casa en la playa no existe y tampoco el jeep viejo y refaccionado. Pero lo tengo a él, me tengo a mí, y todo este amor que desborda.

Me despido de mis veintinueve sin problemas, como la serpiente se desprende de la piel ajada. Me sirvieron para crecer y aprender, me mantuvieron viva y protegieron mi cordura en esos años de locura. Me hicieron lo que ahora soy, la mujer que siempre soñé y por eso los voy a extrañar y recordar con mucho cariño. Pero, para ser honesta, no puedo estar más feliz de que ya se terminen.







A todos los que me acompañaron durante estos 10 años y para los que esperan grandes celebraciones: éste año no estoy, no existo, no celebro, no comparto. Estos 30 se vienen sólo yo y él, mi nueva vida, mi calma, mi alegría. Les agradezco a todos el cariño que me tienen y les pido no se enojen, no es egoísmo, es sólo un inmenso amor que no deja espacios. La celebración se viene el fin de semana después… que una puede cambiar, pero nunca taaaaanto!!!!!!!!!.